¿Qué ocurre cuando dejo de usar Botox?
La Toxina Botulínica o más comúnmente llamado bótox, es una toxina que se inyecta con fines estéticos para paralizar o reducir el movimiento muscular de la zona a tratar, y así reducir las arrugas.
Este tratamiento no tiene un resultado inmediato, sino que la toxina va paralizando poco a poco la contracción del músculo hasta su acción total a los 3-5 días después de su inyección.
Igual que tarda un tiempo en implantarse, también va perdiendo su efecto con el paso del tiempo, como sucede con cualquier sustancia biológica. Cuatro meses después de aplicarla, el bótox empezará a perder efecto, y a los 6 meses ya prácticamente será inexistente.
Una vez transcurrido este tiempo, el músculo recuperara su actividad poco a poco y las arrugas volverán a marcarse. Por este motivo, el Botox es un tratamiento que hay que ir haciendo cada 4 y los 6 meses.
¿Qué podemos hacer para alargar su duración?
1. Durante el periodo inicial en el que se inyecta el Botox, es decir, los 3 primeros días, el Botox es sensible a los rayos UVA que inciden sobre la piel, y la inactivan, haciendo que haya menos toxina realizando su acción en ese punto.
2. Es importante también tener un buen cuidado de la piel, es decir, incluir en la rutina diaria cosmética con un potente efecto antiaging y activos con efecto lifting para prolongar lo máximo posible el efecto del botox.
3. Estudios afirman también que los suplementos de Zinc prolongan la durabilidad del Botox.
Y... ¿Qué pasa si, después de muchos años, dejo de inyectarme botox?
La respuesta es NADA. El botox no se instaura en el cuerpo, es decir, que una vez dejas de inyectarlo, a la que el músculo recupera su movilidad total, nuestro rostro vuelve a su estado inicial antes de inyectarnos por primera vez.